Entre el dengue, el chikungunya y la desidia


La situación sanitaria en el municipio de Cruces, provincia de Cienfuegos, se ha vuelto crítica ante el incremento alarmante de casos de dengue y chikungunya en varias zonas del territorio. Residentes denuncian que manzanas completas presentan contagios en casi todas las viviendas, especialmente en las calles Trujillo, República, Julio González y Andreita, y sus intersecciones con 24 de Febrero, Céspedes y Aguilera.

A pesar del evidente brote epidémico, no se realizan fumigaciones, ni existe un programa efectivo de control vectorial. Los centros médicos del municipio carecen de recursos, medicamentos y personal suficiente para atender a los enfermos, lo que obliga a muchas familias a buscar fármacos en el mercado negro. Un blíster de paracetamol de 10 tabletas se vende entre 450 y 500 pesos, mientras que tres pastillas de azitromicina alcanzan los 700 pesos, precios inalcanzables para la mayoría.

A la propagación del dengue y el chikungunya se suman también casos recientes de COVID-19, con al menos 14 o 15 personas contagiadas según reportes locales. En una de las viviendas afectadas, una mujer se desmayó tras varios días de fiebre alta; de los cuatro miembros de esa familia, tres presentan síntomas compatibles con dengue o zika, aunque sin diagnóstico confirmado.

Los enfermos son trasladados al Hospital Provincial de Cienfuegos, pero muchos regresan por las precarias condiciones higiénicas y el colapso de los servicios médicos. “Allí no hay agua, ni medicinas, ni atención adecuada. Es peor que quedarse en casa”, comentó un vecino afectado.

Mientras tanto, la presidenta del Gobierno municipal, junto a funcionarios del PCC, encabezó la mañana de este sábado un acto político por el inicio de las luchas independentistas, al que asistieron unas pocas decenas de personas y varios niños de escuelas primarias y secundarias. “Marchaban con cuatro gatos mientras el pueblo se muere de fiebre”, expresó indignado un residente de la zona.

La población denuncia además que no se distribuye arroz desde junio, y que en lo que va de mes no han recibido ningún producto de la canasta básica. A ello se suman los prolongados apagones, con interrupciones de hasta 24 horas consecutivas y apenas 16 horas de servicio eléctrico en los últimos cuatro días.

Cruces vive hoy una de sus peores crisis: sin alimentos, sin medicamentos, sin electricidad y sin respuesta institucional. En medio del abandono y la enfermedad, el pueblo sobrevive —como puede—, entre la fiebre y la oscuridad. 

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