Guillermo del Toro reinventa Frankenstein: una oda gótica a la soledad y la culpa


Después de más de tres décadas soñando con su propia versión del clásico de Mary Shelley, el cineasta mexicano Guillermo del Toro finalmente estrena su tan esperado Frankenstein en Netflix, una película que confirma su obsesión con los monstruos y la humanidad que esconden.

La historia sigue al doctor Victor Frankenstein —interpretado por Oscar Isaac—, un hombre que, impulsado por su ambición científica y su miedo a la muerte, crea vida a partir de los restos de otros cuerpos. Pero el resultado, encarnado por Jacob Elordi, no es solo una criatura, sino el espejo más cruel de su creador: un ser consciente, sensible y condenado al abandono.

Del Toro, fiel a su estilo, entrega una obra más emocional que terrorífica. Él mismo ha declarado que no busca asustar, sino conmover. Su Frankenstein no grita: llora. No destruye: se pregunta por qué existe. El director convierte la tragedia en una reflexión sobre la culpa, la soledad y el derecho a ser amado, temas recurrentes en su filmografía.

Visualmente, la película es un banquete: escenarios góticos, una fotografía sombría, vestuario de época y un diseño de producción que recuerda al arte romántico del siglo XIX. Cada plano respira la impronta artesanal del director de El laberinto del fauno y La forma del agua.

Las interpretaciones también sostienen el conjunto. Jacob Elordi sorprende con una actuación contenida y poderosa, mientras Oscar Isaac logra transmitir la obsesión y el tormento del científico. Los críticos han destacado la química entre ambos y la profundidad emocional que da nueva vida al mito.

Sin embargo, no todo son elogios: algunos reseñistas apuntan que el ritmo puede resultar demasiado pausado para los espectadores que esperan una cinta de terror convencional. Aun así, la mayoría coincide en que se trata de una de las adaptaciones más bellas, humanas y ambiciosas del clásico literario.

Estrenada en cines selectos en octubre y disponible en Netflix desde el 7 de noviembre de 2025, Frankenstein dura 149 minutos y tiene clasificación R por “violencia sangrienta e imágenes impactantes”.

Más que una historia de monstruos, del Toro entrega una meditación sobre la condición humana, fiel a su mensaje de siempre: el verdadero horror no está en las criaturas, sino en la incapacidad de amar lo que es distinto.

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