Acabamos de presenciar por estos días el penoso espectáculo de la farsa electoral “socialista” en Cuba. Unas “elecciones” de voto cerrado en ambiente controlado, sujeto a intereses de la agenda política, no pública. ¿Dónde quedó nuestro a decir-decidir TODOS cómo queremos el CAMBIO en Cuba? ¿Quién puede creer que la CONTINIIDAD va a resolver esta angustiosa crisis? ¿Acaso no son las mismas caras, responsables de tantos errores y abusos, las vueltas a “reelegir”?
Nos encontramos con el desafío de.hacer una revolución de ideas en Cuba, que devuelva a nuestra sociedad su capacidad para exigir lo que se le debe: SU VERDADERA LIBERTAD PARA EXIGIR Y DECIDIR. Eso sí, una revolución sin armas, sin violencia y sin sangre, porque aquellas son las herramientas del cruento socialismo. Nuestro método es el de la palabra, el de las ideas, el de la constancia y la pasión por la libertad. Hay que recuperar, definitivamente, esos valores. O nunca saldremos del atolladero.
No es posible aceptar tranquilamente el mandato que no solucionará la crisis, sino todo lo contrario: la llevará por su peor cauce. Evitar que suceda lo peor es responsabilidad colectiva.
No es posible continuar bajo una “agenda democrática” basada en las políticas de un solo partido, en lugar de centrarse en el poder del ciudadano para influir y controlar las políticas desde abajo, porque de lo que se trata es de que TODOS PARTICIPEMOS en la búsqueda de nuestras soluciones. Podernos expresar, debatir y exigir en las esferas tanto pública como política. Un caso reciente en Cruces habría tenido salida oportuna y sin demoras, si se hubiese abierto a debate público: el de la producción del pan y la inversión propuesta para garantizar los abastecimientos de materias primas.
La tan citada “Actualización” del Modelo económico y Social cubano, en cinco años solo ha retrocedido en picada, porque la condición humana, centro de todas las transformaciones necesarias, está desplazada, supeditada y controlada por los Intereses de políticas muy impopulares, dañinas y que generaron amplio rechazo en el pueblo, como por ejemplo, la TAREA ORDENAMIENTO, señalada recientemente por autoridades de las Naciones Unidas como máxima responsable de la hambruna que padece el pueblo cubano. No se puede ser completamente indiferente a las exigencias del momento crucial que (sobre)vivimos. Nuestra voz y nuestro mandato valen. ¿O no valdremos nosotros algo más que esta pésima condición de pobreza?
Nos encontramos con el desafío de.hacer una revolución de ideas en Cuba, que devuelva a nuestra sociedad su capacidad para exigir lo que se le debe: SU VERDADERA LIBERTAD PARA EXIGIR Y DECIDIR. Eso sí, una revolución sin armas, sin violencia y sin sangre, porque aquellas son las herramientas del cruento socialismo. Nuestro método es el de la palabra, el de las ideas, el de la constancia y la pasión por la libertad. Hay que recuperar, definitivamente, esos valores. O nunca saldremos del atolladero.
No es posible aceptar tranquilamente el mandato que no solucionará la crisis, sino todo lo contrario: la llevará por su peor cauce. Evitar que suceda lo peor es responsabilidad colectiva.
No es posible continuar bajo una “agenda democrática” basada en las políticas de un solo partido, en lugar de centrarse en el poder del ciudadano para influir y controlar las políticas desde abajo, porque de lo que se trata es de que TODOS PARTICIPEMOS en la búsqueda de nuestras soluciones. Podernos expresar, debatir y exigir en las esferas tanto pública como política. Un caso reciente en Cruces habría tenido salida oportuna y sin demoras, si se hubiese abierto a debate público: el de la producción del pan y la inversión propuesta para garantizar los abastecimientos de materias primas.
La tan citada “Actualización” del Modelo económico y Social cubano, en cinco años solo ha retrocedido en picada, porque la condición humana, centro de todas las transformaciones necesarias, está desplazada, supeditada y controlada por los Intereses de políticas muy impopulares, dañinas y que generaron amplio rechazo en el pueblo, como por ejemplo, la TAREA ORDENAMIENTO, señalada recientemente por autoridades de las Naciones Unidas como máxima responsable de la hambruna que padece el pueblo cubano. No se puede ser completamente indiferente a las exigencias del momento crucial que (sobre)vivimos. Nuestra voz y nuestro mandato valen. ¿O no valdremos nosotros algo más que esta pésima condición de pobreza?
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