El expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy, ingresó en prisión tras agotar los recursos por su condena por corrupción y tráfico de influencias. Cumplirá un año de cárcel en la prisión de La Santé, en París, convirtiéndose en el primer exmandatario francés en ser encarcelado en vida activa.
El fallo judicial marca un precedente histórico en la política francesa y ha provocado reacciones encontradas: algunos lo consideran una victoria de la justicia sobre la impunidad, mientras otros alertan de la degradación de la figura presidencial.
Sarkozy, de 70 años, había sido condenado por intentar sobornar a un magistrado a cambio de información confidencial. Aunque sus abogados solicitaron arresto domiciliario, el tribunal dictaminó que debía cumplir parte de la condena en prisión.
El caso refuerza la idea de que ninguna figura política está por encima de la ley en Francia, pero también deja al descubierto las tensiones en torno a la corrupción y la ética dentro de las élites del país.


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