De lo que se habló y no se habló a puertas cerradas en la sede del PCC de Cruces


La visita de Diaz-Canel a un pueblo en el interior del país, supone la oportunidad que tienen muchos para desahogar sus problemas ante la cadena interminable de burócratas que conforman un sistema incapaz. Desde hace décadas, los cubanos apelábamos al Comité Central o al mismo presidente cuando habíamos tocado todas las puertas que van desde un municipio hasta la cabecera de provincia sin hallar solución. Sin embargo, esa fe en las “ultimas instancias” se ha ido desplomando con el paso de los años, al punto en que hoy, ya nadie cree poder hallar la solución de sus problemas ni en los centros espirituales, como quien dice. La prueba de ello son las visitas recientes que ha realizado el dictador Díaz-Canel por varias localidades del país. En este caso, me refiero a la ocurrida en el pueblo de Cruces, perfecto ejemplo de la relación actual entre el pueblo cubano y el estado de gobierno que impera.
 
Una vez que la sede del PCC cerró sus puertas, adentro quedaron encerrados el presidente con los funcionarios locales. ¿Alguna de las diputadas o funcionarios de Cruces pudieron plantearle al presidente los problemas que atañen al municipio en particular? ¿Qué se habló en esa reunión que duró más de una hora? Empecemos por lo que NO se dijo:
¿Alguna palabra referente a la hambruna que sufre el pueblo de Cruces, donde miles de personas aún esperan productos atrasados de la canasta básica frente al abuso de los precios que son inalcanzables para el 99% de los habitantes? NO.
¿Se dijo algo sobre la cantidad de pacientes en el municipio que agonizan sin poder acceder a medicamentos, tratamientos o intervenciones quirúrgicas; cuyos desplazamientos a la cabecera de provincia se dificultan aún más tras la subida de precios que el estado impuso al combustible? NO.
¿Alguna palabra sobre el asesinato de Yoilén Acosta, Liván el burro, el joven de 18 años apodado El Bolito y más recientemente el asesinato de Wilmer Goitizolo, reflejo de una violencia sin precedentes acompañada por robos, violaciones y asaltos? NO. 
¿Por casualidad alguien de los presentes en esa reunión expresó que prácticamente todo el territorio de Cruces se ha quedado sin vacas, que los campesinos están indefensos, que la PNR municipal es un antro de borrachos que no sirve para nada, que la seguridad del estado a la cabeza de Eliesnel Tejeda mantienen en estado de terror a los pobladores, que tres ciudadanos inocentes: el campesino Oreibys Barrera, el arquitecto Jesús Garnier y el sindicalista Rodolfo Aparicio se encuentran en prisión? ¿Por casualidad alguien mencionó el estado de corrupción en que se encuentra el Poder Popular municipal, donde la intendente se cree dueña y señora del pueblo, mientras sus familiares le sirven de tentáculos para revender combustible que solamente ella autoriza? NO. 
¿Alguno de ellos pudo mostrarle a Díaz-Canel el éxodo masivo que ha sufrido el municipio de Cruces, donde se cuentan a miles la cantidad de amigos, vecinos y familiares que se han marchado del país? NO. 
¿Pudo alguien manifestarle al presidente el nivel de guanajería e incapacidad de los funcionarios del municipio, cuando día a día están más pendiente a lo que escribe un piojo llamado Yamil Cuéllar, que vive a miles de kilómetros de distancia, en lugar de ponerse a trabajar en función de los problemas inmediatos que afectan a la población? NO.   
Finalmente, ¿alguien se atrevió a explicarle al presidente que es hora de cambiar el actual modelo político, social y económico que rige a la nación; modelo que no ha funcionado en estos 65 años y que ha conducido a un desastre sin precedentes en la historia del país? Ni una palabra al respecto. El auditorio de Díaz-Canel, encerrado entre las cuatro paredes del PCC municipal había sido advertido por la secretaria del partido, que a su vez, había sido advertida por sus superiores, de no molestar la calma del mandatario. El presidente estaba allí para decir y ser escuchado, mientras los funcionarios debían consentir con el movimiento de sus nucas a cada palabra. Por eso lo único que se escuchó decir fue: “Resistencia Creativa”. Dos palabras que conforman la retórica de un mandatario que a todas luces, vive una realidad ajena a la del pueblo y que forma parte de la misma rueda burocrática que durante 65 años ha parido un sistema putrefacto. 
Compartir:  

Comentarios