Más lágrimas que libros en la feria de La Habana


Como aseguran algunos estudiosos del fenómeno, al libro impreso en formato papel le queda muy poco tiempo de vida. La Feria Internacional del Libro de La Habana 2023 que recién finalizó este domingo 19 de febrero corrobora ésta afirmación, con varias imágenes desoladoras. Para empezar lo que más se vende no es precisamente libros. El recibimiento en La Cabaña es un olor a humo por todas partes de los comercios de comestibles improvisados y payasos que salen al paso a los niños mostrándole juguetes para comprometer a los padres a que se lo compren. Todo con precios elevadísimos, nada alcanzables para un cubano promedio. Con solo citar que una simple jicotea de juguete, hecha de güira, puede costar 600 pesos MN. La pizza más barata a 150 pesos con su buena cola correspondiente, para no hablar de las otras ofertas como el algodón de azúcar a 50 pesos. Después de esa prueba de fuego es que viene lo de pagar la entrada a la Feria, pues todavía no se ha visto un libro por ninguna parte. Como es lógico, los que van con niños ya entran con los bolsillos más delgados y no saben lo que les aguarda. La entrada a un precio de 15 pesos para mayores de 12 años es algo insignificante, el problema está en los pósters de animes, las pizarritas mágicas, las agendas, libretas, portaminas y todo tipo de herramienta de oficina que se venden por delante de los libros. No está mal que se oferte, pero que una simple agenda cueste 1200 pesos al igual que un póster… es una burla grosera a la economía de los cubanos. ¡Libretas a 60 pesos MN! ¿Qué va quedando para comprar los libros? Por supuesto que muy poco. Paradójicamente los libros continúan al mismo precio que tenían antes de la inflación. Por ejemplo, la obra poética completa de Gastón Baquero a solo 20 pesos MN. Pero en las carpas donde se ofertan no se ven casi personas y es lógico, porque no se está fomentando la lectura con éstas tácticas de venta. Las presentaciones de los libros con premios se realizan en la sala Nicolás Guillén que, para acceder a ella hay que buscarse un GPS. Los libros que más se venden son los de temática infantil, mayormente los de colorear, todos importados, o sea, no son producidos por las editoriales nacionales que son las que organizan el evento. ¿Qué futuro podrá tener el libro, si las propias editoriales que organizan la Feria se colocan de últimos en la cola? Ellos mismos apuestan a matar el hábito de la lectura. Por otra parte, del país invitado que fue Colombia, se vio muy poco. Muchos amigos míos creyeron encontrar muchos ejemplares de las obras de García Márquez y lo que hallaron fue una gran decepción. Es la primera Feria que se hace después de la COVID 19 y el cambio de precios ha sido abismal. 

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