Se dispara el sacrificio de ganado en la provincia de Cienfuegos.


Tenemos que suponer que la misma ola se replica en otras partes del territorio nacional. La policía confiesa tener las manos atadas, pues el nuevo código penal no es el mismo de hace varios años. Ahora no pueden seguir una simple sospecha y ejecutar el arresto. El matarife tiene que ser sorprendido en la escena del crimen, con el cuchillo en la mano y todos los atractivos del espectáculo. Para colmo se está produciendo una nueva tendencia. Los restos del animal, que permitían obtener huellas, ya no terminan abandonados en una cuneta. La evidencia del sacrificio va a parar a un río o a hundirse en las aguas de una presa. Se agrega otro condimento muy interesante. Los vigilantes del CDR han bajado la guardia y ya no están dispuestos a entregar a nadie. Hace unos años, eran los miembros de este organismo quienes iban a la policía a dar el chivatazo. Las cosas han cambiado, porque al hacerlo tienen que comparecer ante el tribunal y dar la cara. Al final quedan los propietarios en una gran impotencia, pues ya no saben si meter a los animales con ellos dentro de la casa o entregárselos al estado para evitar problemas. 

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